Memoria

Memoria
No, no soy yo...Pero como si lo fuera.

lunes, 29 de octubre de 2007

Escribió sobre nosotros..........


Artículo publicado en el Diario de León

el Domingo 17 de Septiembre de 2006


Después de muchos años (dada la tradición luchística en la zona, algo increíble), la asociación El Canto lo hizo posible como colofón a su semana cultural de agosto. Fue después de disfrutar del «rancho del pobre», que antiguamente era una comida extra que se daba en las fiestas principales (las de misa, mesa y porrón¿) de cada pueblo a los pobres de solemnidad, casi siempre itinerantes excombatientes mutilados sin pensión, inválidos sin protección de accidentes laborales, etc. Paradójicamente, la nostalgia de tiempos pasados peores de los urbanitas de hoy, antes rurales, ha dado en celebrar las fiestas con el potentísimo cocido a base de alubias pintas, pizpierno, tocino, chorizo, morcilla y otros componentes de la ración, y hecho a fuego lento en caldera de cobre. En la mesa, regado con Mencía del hermano Bierzo (alguno prefería el Prieto-Picudo) y el asperges de orujo que bendice el café de pota para facilitar una digestión que aleje el insonoro, pero «perfumado» testimonio del hoy ennoblecido condumio. Y allí estaban unos cuantos veteranos jubilados de nuestro vernáculo deporte, quienes, sin duda, estarían de acuerdo con las bondades del orujo, que han sido avaladas recientemente por el centenario Esteban, el Tremendo del Contorno , ex luchador de Valdavida, del Cea. En la mesa comenzaba un homenaje a las viejas glorias, quienes con los inevitablemente ausentes, se pasaban dando barrigazos por las romería» con los aluches, y así lo dice Aquilino, pretendiente de La Dama de Arintero. Mitos vivientes, aún prestos a luchar aunque sea a cachazos, nos desafiaban sin descalzarse: los hermanos molineros Emiliano, Cástor el Tuerto y Luis (con el íntimo recuerdo de sus Elías y Patricio), de Carbajosa, en La Sobarriba (en la memoria de todos, Tino el Cojo de Paradilla; de la Montaña bajaron Miguelín, de Acevedo, y tres todavía fornidos osos (lamento no tener sus nombres) del Valle de Reyero, que seguro saben también, de lucha y de la vida más que Baudilio (su paisano «Abad de Santillán», y eso que éste, según decían allí, sabía más que Dios...); de las diferentes zonas de la ribera, nos visitaron los hermanos Ubaldo y Felipe León, de Villaquilambre; Manolo García, Cayo de Celis Cayuso y Victorino Valbuena, de Villaobispo; de La Valcueva, montaña y ribera, Avelino García; de la Abadía de S. Miguel de Escalada, Heraclio González, quien contaba sus hazañas en Canarias, donde, dice, venció al campeonísimo Juan Barbuzano (o sea, que puso en duda el «¡ay, Barbuzano, nunca te gano!, cantado en el himno por Los Sabandeños); de aquí, de la ribera del Curueño, no fueron olvidados Antonio Martínez, de Barrio; Mariano Sánchez (abuelo de Ibán, el buen luchador de hoy), de Barrillos, o los del propio Ambasaguas, como Emilio González y Leandro Fernández, primos y padres respectivos de Óscar el Zorro y Javi Rambo , jóvenes exluchadores, todos ellos emparentados con José Luis El Chopo , de Vegas.
R. Pormiego (Ambasaguas de Curueño ).

(En la edición diariodeleon.es).