Memoria

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No, no soy yo...Pero como si lo fuera.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Las Tinieblas........... A darse tocan ......

Que tampoco es época, ya lo se. Pero estoy a demanda.....Y si alguno me dice que quiere un tema, pues ahí va.

D.Lucio, y el torero "El Mexicano",que no todo iban a ser tinieblas.....

Muchos aún recuerdan cómo las grandes matracas y carracones instalados en torres y espadañas tenían como función principal sustituir a las campanas en su lenguaje de horas y avisos durante los días del triduo sacro, concretamente desde la hora nona del Jueves Santo hasta las tres de la tarde del Sábado (norma ya indicada por el Ordo Romanus en el s.XI). Antonio Lobera, en El porqué de todas las ceremonias de la Iglesia... (Madrid, 1853), recuerda al respecto que "antiguamente, se llamaba al pueblo haciendo ruido con unos leños, los que llamaban 'ligna sacra'"; en esta interesante obra, compuesta a modo de catecismo de preguntas y respuestas entre dos personajes (un "curioso" y el Vicario), se nos ofrece una explicación mística de este cambio de instrumentos (había sido ya recogida por Guillermo Durando en los comienzos del s.XIV): A la pregunta de "Curioso": "-¿Por qué no se tocan las campanas en los tres días de la Semana Santa?", responde el Vicario: "-Porque las campanas son símbolos de los Prelados, Pastores y Predicadores Evangélicos, y todos cesaron y enmudecieron, huyendo en su Santísima Pasión en aquellos tres días que estuvo Cristo Señor nuestro en el Sepulcro". De este modo, durante el tiempo de Pasión debían enmudecer las campanas y sólo "hablar los leños", en recuerdo del árbol de la cruz donde murió Cristo, único mensajero de la fe en aquellos momentos.Son muchas aún las iglesias y catedrales en cuyo interior se conservan estos artefactos de madera, hoy en desuso, que sorprenden por la extrañeza de sus formas y por su enorme aparatosidad. La matraca -del árabe mitraqa=martillo, y éste de táraq=golpear- es, desde el punto de vista organológico, un instrumento idiófono percutido que, según su morfología, puede ser de tipo simple o compuesto. Las matracas simples constan de una madera provista de uno o más mazos, martilletes o aldabas que al sacudirse golpean en aquélla produciendo ruido (pueden tener o no mango), definición que recuerda la enunciada por el maestro Cobarruvias en su Tesoro de la Lengua... (Madrid, 1611).
Conviene, por último, recordar que las matracas, junto con las carracas, tablillas, simandras y otros objetos "ruidófonos", eran utilizados fundamentalmente durante el desaparecido oficio de las Tinieblas, en el momento que la liturgia indicaba que los fieles hicieran "un poco de ruido". Aunque las parroquias, cofradías y otras entidades tuvieran las suyas propias para los oficiantes de la ceremonia, los asistentes llevaban de casa su matraca o su carraca para la ocasión.
A causa del obscurecimiento paulatino, esta ceremonia se ha conocido, desde el siglo IX, o quizás antes, como "Tenebrae" (tinieblas). Aquella celebración, especialmente larga, estaba regida enteramente por el número tres: tres oficios, compuesto cada uno por tres nocturnos, formados a su vez por tres salmos y sus antífonas, un versículo y su responsorio y, finalmente, por tres lecturas (o lecciones, traducción del latín lectiones), seguida cada una de un responsorio. Los laudes, rezados después de los maitines y que formaban también parte del Oficio, constaban de varias antífonas y salmos, más un cántico con su antífona y concluían con una oración. En el primer nocturno, las lecciones se toman de las Lamentaciones de Jeremías, algunas de ellas cantadas (son las Lecciones de Tinieblas). El segundo nocturno se compone de comentarios de san Agustín sobre los salmos, y el tercero de pasajes de las epístolas de san Pablo a los Corintios y los Hebreos. Todos esos textos habían sido fijados por el Concilio de Trento en la década de 1560.El número tres, rememoración de la Santísima Trinidad (a pesar de que su gloria “aparecía velada en la pasión”), se impone también en muchos otros puntos explicados en el Office de la Semaine Sainte traducido por Michel de Marolles en 1626 y vigente, luego, durante más de un siglo: “El Oficio de la Pasión se celebra en tres días maravillosamente elaborados para este asunto, porque Nuestro Señor dedicó otros tantos a sus fatigas y su sepultura o a consolar a sus apóstoles. Se recitan en él nueve salmos, a saber, tres por nocturno, para que sepamos que Jesucristo murió para las vírgenes, los casados y las viudas de las tres leyes, la natural, la escrita y la evangélica”.La impronta de este Oficio, muy marcado por ese simbolismo trinitario, aparece también en su ritual visual. En efecto, a pesar del cambio de horario, se conservó la tradición consistente en apagar uno a uno después de cada salmo catorce de los quince cirios colocados en un candelabro triangular a medida que se alzaba el día. Los quince cirios simbolizaban a los doce apóstoles y las tres Marías en la tumba de Cristo. La extinción progresiva de la luz recordaba las tinieblas que cubrieron la tierra al morir Jesús en la cruz. La vela situada en lo alto del candelabro continuaba, sin embargo, encendida porque representaba el cuerpo de Cristo. Al principio se ocultaba tras el altar, para metaforizar la muerte; luego se volvía a ofrecer a la vista en medio de un estrépito para significar el triunfo de la resurrección.
Resumiendo : El rito de las Tinieblas comenzaba con el encendido de las velas del tenebrario, candelabro triangular de quince velas, siete a cada lado y una en el vértice, colocado cerca del altar; llegado el momento preciso, las velas se iban apagando, primero la más baja del lado del Evangelio, luego la más baja del lado de la Epístola y siguiendo este orden alterno hasta llegar a la del vértice superior, la "vela María", representación de Jesucristo, luz del mundo. Al terminar la antífona del Benedictus, y cuando se empezaba a cantar el Christus factus est, dicha vela, siempre encendida, se ocultaba detrás del altar y con el templo absolutamente a oscuras los fieles hacían "un poco de ruido, que significa la confusión que hubo a la muerte de Cristo" según Diego Uña en su Liturgia de la Iglesia (1941); en otras obras religiosas como el Año Litúrgico de Próspero Gueranger (Burgos, 1956, t.II) este ruido expresaba "las convulsiones de la naturaleza" en el momento de la muerte de Jesucristo, y de aquí que recuerde el temblor de la tierra, resquebrajado de rocas y apertura de sepulcros.
A continuación, los fieles se levantaban y se iban en silencio.
Y ahora.....a puntualizar con lo nuestro. Teniendo en cuenta que las ceremonias eran largas, larguísimas....Más bien..... el ruido era fenomenal, y si bien eran pocos los feligreses que asistían al oficio completo, por considerarlo largo, cansado e ininteligible, a medida que se acercaba el final, se llenaba la Iglesia.¿ Y eso? ¿Querían quedarse sordos ?¿Regalaban algo?.Pues no.Es que también, aprovechando el estruendo glorioso , también se daban voces y  una vez que empezaban "las cantoras" con "El Miserere" y ya apagadas todas las velas, los unos y los otros se "arreaban" fuertemente durante un tiempo, que a lo mejor solo eran cinco o diez minutos, pero que daban de si (el que D. Lucio , el cura, decidía) , saltando las boínas por donde podían. Al terminar, se colocaba la vela "María" otra vez en el altar y se daban las luces. Una forma como otra cualquiera de dilucidar las diferencias de todo el año.Lo malo era cuando a alguna le clavaban los "faldumentos" al banco y no podía levantarse a "endiñársela" a alguien.....ya ves, la gracieta de los mozos , que llevaban botes con piedras dentro, para hacer más ruido y otros llevaban un martillo con puntas y cuando apagaban las luces aprovechaban para clavar los vestidos de las mujeres al reclinatorio.¡ Qué frustración !Por que la normativa de darse leña era para todos ¿eh?. Y ellas, puestas a dar.... pues como el que más y sin despeinarse ni mover el pudoroso velo. Después cuando encendían las luces y querían levantarse, levantaban el reclinatorio con ellas. O dejaban el abrigo allí, o se iban con el reclinatorio a casa… Y me dicen que... de fijo , de fiiiiijoooooo...hasta el mismo cura D. Lucio recibió alguna que otra bien dada. Sobre esto son muchos los que tienen algo que contar, pero cada vez que empiezan....... la risa les puede y no hay forma de enterarme. Como no se sabía quien daba a quien....... pues todos a escudriñar mirando unos a otros a ver quien había recibido más (alguno más que otro, o por varios asuntos). Cuando se encendían las luces, había que esperar un rato, para que se volviera a acomodar la gente... y supongo que con unas caras que..¡ pá que contar!.Y nada oye!.... p'á casa tan contentos a esperar las Tinieblas del año siguiente y más suaves que un guante.....  Violencia no, gracias, pero si es que a veces.........








Matraca de dos aldabasSobre una de las bases de una tabla gruesa y aproximadamente en el centro de la misma se clavan dos tiradores de cajón, de hierro, cuyos ejes les permitan girar hacia un extremo y otro de la tabla. llí donde alcanza la parte más gruesa del tirador, se colocan cuatro clavos ( dos en un extremo y dos en el otro) donde golpeará dicho tirador cuando la tabla sea sacudida por el ejecutante. Éste sujeta esa tabla con las manos y asiéndola por el centro, para evitar que las aldabas golpeen sus dedos. Instrumentos similares a la matraca fueron utilizados por el pueblo hebreo en las fiestas de Purim con el sentido de alejar o conjurar malos espíritus con el efecto del ruido. La Iglesia permitió usarlos también con finalidad similar (asustar a Judas o matar judíos se llamaba a la parte más estruendosa de la ceremonia de las Tinieblas con que se conmemoraba la muerte de Jesús).Al propio tiempo los monasterios, conventos y templos solían tener siempre algún instrumento de este tipo, bien para dar las horas o avisar a los oficios, bien para sustituir a las campanas durante el tiempo en que éstas permanecían mudas durante la Semana Santa.

Carraca de dos lengüetas.En el centro de una caja de madera alargada, abierta por arriba y por abajo, se inserta un eje dotado de una manivela con pomo, que va a mover a una rueda dentada. A un lado y a otro de esa rueda, en sentido longitudinal a la caja y dentro de ella, se alinean dos lengüetas, enfrentadas por su parte más estrecha a la rueda que inciden sobre ella y que van a producir un tableteo al ser elevadas por cada uno de los picos de la rueda y depositadas en la base del siguiente diente. El hecho de que no aparezcan apenas testimonios iconográficos ni literarios hasta el siglo XVI, no quiere decir que sea esa la época de su origen. Si Brueghel pone carracas y matracas en manos de niños, que suelen ser el último eslabón en la cadena evolutiva de entrega de las expresiones populares, quiere decir que esos instrumentos ya habían pasado por una larga historia. Su uso en los monasterios durante la Edad Media con el nombre de "crepitaculum ligneum" (crepitador de madera) para dar las horas o para tocar determinados avisos está comprobado, aunque su gran popularidad llegase más tarde, según se ha dicho.


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