Memoria

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No, no soy yo...Pero como si lo fuera.

lunes, 11 de febrero de 2008

Yo tengo un tío en America........Hablando de Emigración.....

Ismael
Secundino

Yo tengo un tío en America
Yo tengo un tío en America
¡¡¡¡¡Yo tengo un tío en America!!!!
¡¡¡¡¡Ah!!!!.
Traducción "genial y gloriosa " del musical "West side story" (1961).Un musical de inmenso éxito que adaptó la historia de Romeo y Julieta, con unos espléndidos números de baile, para conseguir la gloria con 10 Oscars , cuya letra era (más largo el texto, claro....):
GIRLS
I like to be in America
Okay by me in America
Everything free in America
BERNARDO
For a small fee in America
ANITA
Buying on credit is so nice
BERNARDO
One look at us and they charge twice
ROSALIA
I'll have my own washing machine
INDIO
What will you have though to keep clean?
ANITA
Skyscrapers bloom in America
ROSALIA
Cadillacs zoom in America
TERESITA
Industry boom in America..........
Y como el que más o el que menos teníamos a alguien que se nos había tenido que ir fuera........¡A darle al cántico éste, que más parecía el himno de los sobrinos del emigrante! (a los que casi todos conocíamos sólo por referencias fotográficas); eso sí: después claro está de la canción del magistral cantautor Juanito Valderrama y su 'El emigrante' y 'De polizón'
JUANITO VALDERRAMA - De polizón
Cuando supe que mi madre en el pueblo se moría, yo, solo y en tierra extraña con un dolor de agonía embarqué con rumbo a España. Escondido en la bodega y entre la marinería, temblaba mi corazón cuando escuché que decían: "Van buscando un polizón". ESTRIBILLO Que mire usted que mi señor capitán que se me muere la pobre mi "mare" y yo quisiera poderla besar. Déjame de polizón "pa" que acabe mi sufrir, yo se lo pido por Dios, que la quiero ver morir. II En el barco trabajaba sin descanso noche y día y al cielo yo le rezaba para que Dios me dejara volver con la "mare" mía. Cuando estuve junto al lecho donde triste se moría, alzó la frente feliz y se acabó su agonía con un beso que le di. AL ESTRIBILLO (Para Final) Como una "mare" no hay "ná", un hijo la pone buena con un beso, con un beso, con un beso que le da.
JUANITO VALDERRAMA - El emigrante
Tengo que hacer un rosario con tus dientes de marfil para que pueda besarlo cuando esté lejos de ti, sobre sus cuentas divinas hechas de nardo y jazmín rezaré pá que me ampare aquella que está en San Gil. Y adiós mi España querida, dentro de mi alma te llevo metida, y aunque soy un emigrante jamás en la vida yo podré olvidarte. Cuando salí de mi tierra volví la cara llorando porque lo que más quería atrás me lo iba dejando, llevaba por compañera a mi Virgen de San Gil, un recuerdo y una pena y un rosario de marfil. Y adiós mi España querida (etc.) Yo soy un pobre emigrante y traigo a esta tierra extraña y en mi pecho un estandarte con los colores de España, con mi patria y con mi novia y mi Virgen de San Gil y mi rosario de cuentas yo me quisiera morir. Y adiós mi España querida (etc.)

¡¡¡Anda que no se echaron lagrimas con éstoooooo!!!!
Secundino , Dña Josefina y D. Pablo


Fueron muchos los que en los años 20, 30,40 y 50 se tuvieron que ir a otras tierras en busca de mejores posibilidades. En el caso de los míos, primero se fueron los hermanos Secundino (1898-12.06.1977) e Ismael (fallecido también en México en 1947); hermanos los dos de mi abuelo Plácido. Los destinos casi siempre eran Argentina y México, que entonces ofrecían "paraísos" de trabajo y fortunas en viajes tremendos de circunstancias casi imposibles. Grandes nostalgias y el pensar que tal vez no habría un regreso.
De aquella no viajaba el que quería, sino el que conseguía la autorización imprescindible para embarcar; y no era tan fácil conseguirla. Si eras mayor o estabas enfermo..... ¡a tu casa! (o de polizón, que tampoco el alma caritativa que te encontrase te iba a tirar al mar).
Primero....ellos, y una vez que "sudaron tinta" , medianamente instalados dentro de la cervecería y Secundino al lado de D. Pablo Díez, reclamaron a Lauren.
De D. Pablo, creo yo que se sabe casi todo ¿no?. Por si acaso, resumo:En 1910, año en que México celebraba el centenario de su vida independiente y daría inicio una revolución en contra del régimen que lo había gobernado por más de tres décadas, el país contaba con poco más de 15 millones de habitantes. La comunidad hispana, agrupada internamente según sus pueblos y regiones de procedencia, se había ganado un lugar en la vida social y económica de México.Cervecería Modelo, S.A. era parte activa de aquel mundo de asociaciones mercantiles y enlaces familiares que venía labrando, desde el último tercio del siglo XIX, la comunidad de los españoles radicados en México.Cervecería Modelo, S.A., fabricaba sus cervezas con el mejor lúpulo escogido de Bohemia y Saaz, y la malta era de las mejores casas cosecheras de Alemania y los Estados Unidos.Pablo Diez Fernández, nacido en Vegaquemada, León España, en 1884 quien apareciera en los libros de cuentas de Cervecería Modelo desde sus inicios en 1922, sería sin duda el principal protagonista en la historia de esta empresa.Inició su trayectoria desde los puestos más modestos y a partir de una pequeña hacienda. Fue ayudante de contabilidad y estableció su primera sociedad mercantil con el dueño de la panadería La Primavera, de la que después fue propietario.En 1913 fue uno de los accionistas que constituyeron Leviatán, S.A., la primera fábrica de levadura comprimida que se fundó en México.A finales de 1926, fungió como primer vocal dentro del Consejo de Administración de Cervecería Modelo, la cual encabezaban Braulio Iriarte como presidente y Francisco Cilveti. Durante ese año, la fábrica inició la producción de Corona en su presentación de "cuartos" de botella y desistió del proyecto de envasar esta cerveza en botella oscura para favorecer la conservación de sus aceites esenciales del lúpulo, ya que al público le agradaba más su envase transparente.En 1926, entró como primer vocal del consejo de administración de Cervecería Modelo y empezó a fabricarse "Corona". (Ese año nació otra rubia famosa: Marilyn Monroe).Se presentó en botella transparente acatando las preferencias del público, si bien la botella oscura favorece la conservación de los aceites esenciales del lúpulo pero, … los consumidores mandan.En 1930, Pablo Díez era ya Director General y Braulio Iriarte, Presidente.De 1931 a 1933 pasaron un mal momento debido a la grave recesión económica.Braulio Iriarte fallece en 1932 y sus herederos venden su parte a Pablo Díez y a Martín Oyamburu, éste último más cercano a la Industria Lechera. Tenía un establo llamado "Los Pirineos" con más de 500 vacas holandesas (nada que ver con la cerveza). Llevaron la administración conjuntamente dos años hasta que se dieron un plazo ante notario según el cual el que primero acreditara los recursos necesarios se haría con la propiedad única. Pablo Díez pidió un préstamo al Banco Nacional de México y lo logró. Falleció en 1972.
A lo que iba: Que Secundino (secretario y apoderado de D. Pablo) pensó en Lauren .Era lo mejor. ¿Qué iba a hacer sino?. Éste acababa de hacer la mili en aviación, y una vez que tuvo todos los papeles en orden..... "a cruzar el charco". La diferencia es que ya viajó en avión, por que en lo demás.........Si en algún momento se le pasó por la cabeza "al jovenazo" que lo iba a llevar relajado por que estaba allí su tío....... ¡rápido le pusieron las cositas claras!. Por ser tú..... ¡hasta peor!. Siempre desde lo más bajo, como cualquiera; que la familia sólo cuenta para lo más imprescindible.A comenzar cargando hielo desde las 4:30 de la mañana y a acostumbrarse a la comida de allí rápidamente, que a buen hambre........., y " la Señá Frutosa no está pá arreglar el asunto de estómagos mal-criaos". Es lo que hay. Siempre se comienza desde el primer peldaño, y hasta medio torero que fué el muchachote y todo. (Si lo llega a ver su madre..... el bofetón que le suelta es suaaaaveeee).Aquí todo era cuestión de esperar noticias en papel cebolla y sobre de avión que llegaban con un mes (más-menos ) de retraso , de unos y de otros:
"Querida cuñada y sobrinos:
Por la presente os comunico que........."
Pero de venir........ Poco decían. Sólo algunos más privilegiados. Y otros nunca más regresaron, que al fin no pudieron alcanzar la fortuna necesaria o la malgastaron (que de todo hay).
La oración corta y devota en las cartas y casi siempre lo mismo:"....... si os falta algo, decirlo". "A los chicos, que no les falte"..... ¡Bendita ayuda para los malos tiempos!
Después también se fué Esteban, al mismo sitio, y allí formó su familia.
Tiempos duros, y duros los personajes en su carácter. Todos....... Aprendieron a adaptarse, a querer el país que les acogió con la fuerza que da la propia vida y las ganas de volver a ver a los suyos.







Muchos emigrantes tomaban la decisión de marcharse gracias a la propaganda de los agentes de los armadores, los llamados ganchos, que se dedicaban a hacer publicidad de los viajes y a arreglar el papeleo.Antes de salir, el emigrante tiene que cumplir una seria de trámites ayudado por el agente: debía conseguir el pasaporte, una la cédula de vecindad, la licencia, que es el permiso paterno (en caso de ser menor de edad), un reconocimiento médico, la fianza que acreditaba que no tenía cuentas pendientes con la justicia y que estaba exento del servicio militar y la obligación de pago que es el contrato particular entre el emigrante y el armador. Las mujeres solteras menores de 23 años que no iban con sus padres debían tener su autorización, en el caso de las casadas el permiso del marido y las viudas debían adjuntar el certificado de defunción de su cónyuge.Casi el 70% de los contratos se hace al fiado, es decir los familiares del pasajero se comprometían a satisfacer el importe del viaje al vencimiento de un determinado plazo, llegando incluso a hipotecar alguna finca.Hay que tener en cuenta que aparte de lo que le costaba el billete, el emigrante debía disponer de una suma para pagar los trámites, la ropa y los efectos personales, el traslado hasta el puerto de embarque, el hospedaje hasta la aparición de vientos favorables y debía reservar una cantidad en efectivo para los primeros días en América. En definitiva, el emigrante debía disponer de un pequeño capital.A lo largo del siglo XIX el transporte de viajeros se realizaba a bordo de veleros que con buen tiempo tardaban entre 30 y 40 días en llegar. A principios de siglo XX el vapor se impone en las rutas ultramarinas, por lo que el viaje se redujo a unos 25 días. El problema estaba en que Asturias no contaba con puertos adecuados para su atraque así que hasta que en 1911 no se abra a este tráfico el puerto del Musel, los asturianos tendrán que embarcar en la Coruña, Vigo, Santander o en algún puerto andaluz.Hasta 1848 no existe una legislación que acabe con las lamentables condiciones de los barcos. En 1848 una Real Orden establece que todos los buques que se dirijan a Ultramar con más de 70 viajeros deben llevar un capellán y un cirujano, se inspeccionarán los acopios de agua y provisiones y no se permitirá que ningún buque embarcarse mayor número de pasajeros de los que pudiera transportar.
PARTICPACIÓN DE LOS EMIGRANTES EN LA VIDA ECONÓMICA DE LOS PAÍSES DE ACOGIDA
Una vez que los emigrantes llegan a los muelles americanos, en tanto se les asignaba un destino, podían recibir alojamiento gratuito en los llamados Hoteles de Inmigrantes. En cualquier caso la figura del reclamante o benefactor resulta inseparable de la emigración asturiana, ya que proporcionaba empleo y protección.En general, en América los emigrantes no trabajan en el campo, ya que la mayoría se dedicaba al comercio. Los comienzos en el negocio son un periodo de formación durante el cual contribuyen a la capitalización del negocio viviendo y trabajando en condiciones difíciles. Pero también hay emigrantes ocupados en sectores industriales como el textil, el siderúrgico, en los negocios cubanos del tabaco o el azúcar o en explotaciones mineras de Uruguay y Perú.Así, el antes campesino se convierte en trabajador por cuenta ajena, empezando a trabajar en lo más bajo. El modelo mercantil asturiano es muy característico, uno de sus principios es que en la carrera hacia el éxito el trabajador debía obediencia y fidelidad absoluta al el dueño. La juventud resultó ser otra de las características, los muchachos cuanto antes empezaran tendrían más posibilidades de éxito y los dueños preferían trabajadores jóvenes a los que adiestrar más fácilmente. Con un poco de suerte, al cabo de unos años trabajando diecinueve horas al día, sin vacaciones o festivos, el emigrante proletario pasa a ser un emigrante burgués, ya que podía recibir participaciones en el negocio. Este traspaso de negocio de tío a sobrino, de vecino a vecino predominó sobre el de padre a hijo, ya que el éxito migratorio del padre ofrecía al hijo una nueva vida ajena al duro trabajo de su padre. Pero a principios del siglo XX este sistema se fue quebrando y se exigirán emigrantes con una instrucción profesional.
VIDA PERSONAL DEL EMIGRANTE
Los emigrantes humildes, trabajan dos tercios del día, carecían de festivos y llevaban una vida austera centrada en el ahorro, por lo cual se imponía una prolongada soltería. Por otro lado, las condiciones climáticas, higiénicas, laborales y el desarraigo que se encuentra en América desembocan muchas veces en la enfermedad y la muerte prematura, sobre todo a causa de tuberculosis. http://209.85.129.104/search?q=cache:bOLujizo4GgJ:www.emigrastur.com/es/documentos/la_emigracion_asturiana_a_america.doc+emigrar+en+los+a%C3%B1os+20&hl=es&ct=clnk&cd=8&gl=es




Susi, su padre de Cantabria; ella de México




Demografía y emigración
Época: Final franquismo
Inicio: Año 1959Fin: Año 1975Antecedente:La transformación social


Es sabido que a lo largo del siglo XX se produjo un profundo cambio demográfico en España. En los primeros ochenta años la población se duplicó, la tasa bruta de natalidad se redujo a menos de la mitad, y como consecuencia de ello se modificó la estructura de la población por edades, disminuyendo el porcentaje de jóvenes y adultos, e incrementándose el de mayores de 65 años, con el consiguiente envejecimiento de la población. Asimismo, la tasa bruta de mortalidad se redujo a menos de la tercera parte, a la vez que descendió drásticamente la mortalidad infantil, y la esperanza de vida se duplicó con creces. La edad media de contraer matrimonio disminuyó también, lo que unido a la caída de la natalidad nos hace pensar en el uso generalizado de métodos anticonceptivos. España pasó de ser un país predominantemente rural a otro urbano, lo que supuso la modificación de la distribución sectorial de la población activa. Todos estos cambios se han llevado a cabo a lo largo de ochenta años, presentando dos etapas que, aunque reflejan tendencias similares, se diferencian por el nivel de intensidad, siendo la separación de ambas fases la Guerra Civil, que tuvo indudables efectos en nuestro proceso demográfico. Baste señalar en tal sentido el freno en el proceso de urbanización e industrialización que se aprecia en los años cuarenta y la incidencia que sobre el crecimiento de la población tuvo la contienda tanto en lo referido a la natalidad como a la mortalidad. En este último aspecto, Juan Díez Nicolás ha calculado que entre 1936-39 hubo un exceso de defunciones de 344.000 sobre las que habrían podido darse en años normales. A ellas hay que añadir otras 214.000 para los tres años siguientes (1940-42). Por tanto, el número de muertos atribuibles a la guerra y la posguerra puede cifrarse en torno a los 558.000, tanto debido a defunciones causadas directamente por la guerra, como a las motivadas por el hambre, la subalimentación, las malas condiciones sanitarias y la represión. No será hasta 1944 cuando la mortalidad reanude la tendencia al descenso que se había manifestado durante el primer tercio del siglo. Entre 1940 y 1970, la población aumentó en algo más del 30%, siendo el periodo intercensal de mayor crecimiento la década de los sesenta y setenta, con una tasa de crecimiento acumulativo que supera el 1%. La causa más importante de este crecimiento se debe a la caída ininterrumpida de la tasa bruta de mortalidad (mientras que en el quinquenio de 1946-50 era del 11 por 1.000, en 197175 supone el 8,5 por 1.000). A su vez se produjo un aumento de la esperanza de vida, que pasó de 50,1 años en 1940, a 73,3 años en 1975. Para que esto fuera posible hay que tener en cuenta las mejoras habidas en la alimentación, en los hábitos higiénicos y en la medicina. La natalidad se mantuvo muy estable desde los años cuarenta hasta comienzos de los setenta, aunque se aprecian ligeras oscilaciones: un pequeño aumento entre 194349, seguido de un descenso entre 1950-54, y un nuevo aumento desde 1955 hasta 1964. A partir de dicho año comienza un suave descenso que se va a intensificar desde 1977. De forma parecida se comporta la tasa bruta de reproducción y la tasa de fecundidad. Un hecho que llama la atención, sobre todo por su disparidad con el modelo europeo, se refiere a que la edad media de contraer matrimonio tendió a elevarse en la posguerra, manteniéndose alta hasta comienzos de los setenta en que inicia una caída significativa. El comportamiento de las tasas de natalidad y mortalidad tuvo una clara influencia sobre la estructura de edades. En 1940 los menores de 15 años suponían el 29,9% de la población, y en 1970 el 27,8%. El grupo de edad comprendido entre los 15 años y los 64 también se redujo en el mismo periodo de tiempo, pasando del 63,6% al 62,5%; mientras que los mayores de 65 años aumentaron su porcentaje del 6,5% al 9,7%. Estos datos confirman la tendencia hacia el envejecimiento de la población. La emigración exterior fue especialmente intensa a lo largo del siglo XX. En el primer tercio del mismo el flujo migratorio se dirigió fundamentalmente hacia América (emigración transoceánica). Tras la Guerra Civil, y como consecuencia del conflicto bélico mundial, se redujo el flujo migratorio, aunque España siguió padeciendo este fenómeno que durante los años cuarenta se canalizaba aún casi exclusivamente hacia América. En la década de los años sesenta los emigrantes se dirigen a Europa preferentemente debido a la intensa demanda de mano de obra de los países europeos avanzados, así como al proceso iniciado en España de desagrarización y de incremento del paro como consecuencia del Plan de Estabilización. Desde 1961 la emigración hacia Europa superó por vez primera a la transoceánica. La media anual (entre 1963 y 1973) de emigrantes a Europa fue de cerca de 84.000 personas, quebrándose a partir de 1974 como consecuencia de la crisis económica que afectó a los países de destino. Pese a esta última tendencia, a principios de los años setenta el número mayor de españoles fuera de nuestro país seguía encontrándose en América (2.223.883), seguida de Europa (1.182.264), concentrando entre ambos continentes el 98% del total de emigrantes. La emigración continental se centró en más de un 90% en la República Federal de Alemania (RFA), Francia y Suiza. Al primero de dichos países, según las cifras oficiales, emigraron entre 1961/75: 406.625 españoles; esta cantidad aumenta, si consultamos las estadísticas del país de destino, a 564.590. En todo caso las cifras citadas siguen siendo objeto de polémica y algún autor como Guillermo Díaz-Plaja no duda en afirmar que la presencia de españoles sobrepasó ampliamente el millón. La economía alemana buscó en la mano de obra extranjera apoyo para su expansión industrial y de servicios, ocupando a los emigrantes en los puestos de peonaje, en los trabajos más duros y peligrosos. El origen regional de los emigrantes españoles que se dirigieron a la RFA fue sobre todo Andalucía y Galicia. Tras la RFA, se sitúa Francia que combina dos tipos de emigración, por un lado la permanente, que oscila entre 1961 y 1975, según las fuentes, entre 235.166 personas según las cifras oficiales y 496.866 según las estadísticas francesas; aunque, al igual que ocurre con la RFA, la cifra real fue mayor. Por otro lado se asiste a una importante emigración temporal, que para el periodo de tiempo anteriormente señalado asciende a 1.468.565 españoles. Esta última tiene un signo claramente agrícola, ya sea en la remolacha de las regiones bretonas y del Norte en general, como en el arroz y sobre todo en la vendimia de Languedoc, la Provenza y el Rosellón. El origen de los españoles que emigran a Francia se centra en la zona levantina (región valenciana, Murcia y Albacete) y en la andaluza-extremeña. Siendo la primera de dichas zonas la que envía más emigrantes para las faenas de temporada. Esta importante emigración exterior supuso una válvula de seguridad para la economía española, incapaz de absorber la oferta de mano de mano de obra disponible y así mantener los niveles de desempleo en porcentajes muy bajos. Pero además implicó la llegada de remesas, que durante la década de los sesenta alcanzó los 3.000 millones de dólares. El nivel anual a partir de 1970 se situó por encima de los 470 millones de dólares, cantidad nada despreciable, equivalente nada menos que al 25% del valor de nuestras exportaciones y al 35% del déficit comercial exterior, configurándose así en la segunda partida en importancia de ingresos por divisas tras el turismo. Junto a la emigración exterior, se produjo un intenso desplazamiento de la población dentro de España, dando como resultado dos realidades contrapuestas (dos Españas): una que tiende hacia la congestión poblacional y otra a la desertización; una que atrae y otra que repele población. En 1950 las provincias costeras y el centro madrileño, junto a las islas, son las zonas más pobladas, mientras que el interior sufre un proceso permanente de despoblación. Dicho fenómeno se intensificó a partir de la década de los cincuenta, con un progresivo abandonó de la población que vivía en el interior (provincias que rodean Madrid y lindan con la frontera portuguesa) para concentrarse en Madrid-ciudad y en las provincias costeras, principalmente Barcelona, Guipúzcoa y Vizcaya. Este movimiento de población supuso acceder a los lugares donde se encontraban los recursos, puesto que éstos no llegaban a sus regiones de origen. En la década de 1960-70, según Amando de Miguel, las áreas de inmigración están formadas por los tres grandes centros de desarrollo histórico (Madrid, Barcelona y País Vasco), las provincias insulares, la franja costera catalano-valenciana y la unión de esa franja con el País Vasco a través de Zaragoza y Navarra. Todo el resto del país, el interior y las zonas costeras más alejadas de la frontera francesa, se convierten en zonas de emigración. Como consecuencia de estos movimientos se acelera el proceso de urbanización, es decir, el proceso por el cual un volumen creciente de población pasa de residir en comunidades rurales a hacerlo en ciudades. En España la proporción de población en ciudades de más de 100.000 habitantes pasó de un 9% en 1900, a casi un 37% en 1970, y la tendencia continuó en aumento. Para que nos hagamos una idea de la intensidad de dicho fenómeno, en 1950 el nivel de urbanización de las áreas metropolitanas en España era un poco inferior al de Francia, pero en 1965 el nivel español superaba ya al francés de 1962. En suma, el proceso de urbanización de las grandes ciudades avanzó en España más rápido que en Francia, y en los años setenta el nivel alcanzado en nuestro país superó ampliamente al del país vecino. Buena muestra de esta aceleración de la urbanización lo tenemos a la hora de cuantificar la población según el tamaño de los municipios. Teniendo en cuenta la clasificación que realiza Salustiano del Campo, que considera un municipio rural aquel que tiene menos de 2.000 habitantes, semiurbano el que tiene entre 2.000 y 10.000 habitantes y urbano el que tiene más de 10.000. Se aprecia que la población que reside en los municipios rurales pasa de un 16,7% a un 11% entre 1950 y 1970, la que habita en municipios semiurbanos desciende del 31,2% al 22,5% y por último la población que reside en los municipios urbanos pasa del 52,1% al 66,5%, siendo la única que se incrementa tanto en términos cuantitativos como porcentuales. Las zonas más urbanizadas fueron: Madrid-capital y su zona metropolitana; Barcelona que extiende su influencia por la costa mediterránea, las Baleares y por el interior, a través de Zaragoza, para enlazar con el País Vasco; el País Vasco, con múltiples centros (Bilbao, San Sebastián. Irún, Eibar...), que se une con Zaragoza y por la cornisa cantábrica, hasta enlazar con Oviedo-Avilés-Gijón; Valencia-Alicante, que se desborda por Murcia y Castellón; Andalucía occidental, sobre todo a través del eje Sevilla-Cádiz; las Canarias; y la Galicia costera, que aunque más débilmente muestra dos focos importantes: La Coruña y Vigo. La configuración del proceso de urbanización resultante es de tipo-estrella y responde históricamente al trazado de la red de carreteras y ferrocarriles, que tienen una estrecha relación con la política centralizadora llevada a cabo desde el siglo pasado. La población activa ha venido creciendo ininterrumpidamente desde principios de siglo. Entre 1940 y 1970 aumentó un 29,2%, algo menos de un punto respecto a población total, por lo que se produce un leve descenso en la tasa de actividad, que se sitúa en el 35%. Tan bajo porcentaje se debe al hecho de que España posee la tasa de actividad femenina más baja de Europa: en 1970, el 23, 7%. Este último dato nos hace suponer elevados niveles de ocultación del trabajo de las mujeres. La tasa de crecimiento acumulativo anual de la población activa aumentó por encima del 1% (el 1,6%) en la década de los cincuenta, para luego iniciar un leve descenso en la década de los sesenta (0, 9%) que se intensificó en los años setenta (0,08%). Al existir un mayor crecimiento de la población total que de la activa, así como un importante incremento de la producción a costa de comprimir la población potencialmente productora y aumentar la población dependiente, se deduce que el desarrollo se realizó sobre la base del aumento de la productividad por persona, resultado de dos factores: mejora en la cualificación del capital humano y mayor inversión de capital. De hecho, entre 1965 y 1975 la tasa de crecimiento anual de la formación bruta de capital fue como media del 7,9% en pesetas constantes de 1970. La distribución sectorial de la población activa deja claro el descenso espectacular de la agricultura, que entre 1950 y 1970 pierde casi 2.400.000 empleos. Por el contrario, la industria manufacturera experimenta un importante crecimiento, dando trabajo en 1970 a 1.100.000 trabajadores más que en 1950. Lo mismo sucede con el sector terciario que aumenta su capacidad de ocupación en más de dos millones de empleos. Nos encontramos pues ante un intenso proceso de cambio que nos lleva desde una economía agraria a otra industrial y, por fin, de servicios. Este proceso que ya se había dado en los países desarrollados a lo largo de más de medio siglo, en el caso español tiene la peculiaridad de su rapidez al llevarlo a cabo en poco más de veinte años. En 1975, final del periodo objeto de nuestro estudio, según un informe del Banco de Bilbao, la distribución de empleo era la siguiente: la agricultura contaba con 2.938.856 activos, es decir, el 22,2% del total de activos, con un porcentaje de asalariados del 32,7%. La industria tenía 3.593.156, el 27,2% del total de trabajadores que, sumado a la construcción, elevaría dicho porcentaje al 37,1%. Su tasa de asalariados era del 90%. La construcción ocupaba a 1.315.489, el 9,9% del total, con un porcentaje de asalariados del 88,8%. Y, por último, los servicios empleaban a 5.383.495, el 40,7%, con un porcentaje de asalariados del 75%. Como se puede apreciar, la tendencia mayoritaria hacia la terciarización es clara, junto al predominio de los asalariados en la estructura productiva, signos inequívocos de crecimiento y modernización económicas.http://www.artehistoria.jcyl.es/histesp/contextos/7420.htm


A ver si se anima, y éste año "el frejolero" nos hace él la queimada ; que aunque vive allá, es de la Asociación como el que más.......

Y basta que siempre estuviesen fuera, siempre había una especie de "idolatría" y adoración por ellos. Normal........ ¿No?. Se les veía "de Pascuas a Ramos".
A mí, el "abuelo" Secundino siempre me pareció imponente (aparte de guapo), y no sólo por la bronca que me podía caer si no hacía las cosas correctamente, sino por todo lo que me enseñó.
A los doce años las cosas no se ven igual y me "cabreaba" enormemente ¿eh? .¡Já!. ¡Catorce veces tuve que servir el café hasta que lo hice como debía ser! Y ya no digo de las posturas, y los comportamientos, y las formas.......
¡Rectos como velas!
¡Ç la vie!. Agradecida.