La evolución del pescador
"Diario de León" Junio 2001
Autor: Gerardo Martínez García
Han pasado ya casi treinta años desde que mi padre, un maestro de escuela nacional originario de la rivera leonesa del Curueño, comenzara a enseñarme a leer el río. Recuerdo con anhelo aquellas escapadas al Curueño y al Porma, sin duda los dos ríos de mi vida, en busca de la trucha veraniega.Eran los tiempos de la abundancia, de las aguas limpias, de las grandes truchas fario autóctonas, tiempos en que las riveras eran agrestes y sólo accesibles a pié, en las que aún te topabas con lobos y nutrias.Era la época de los grandes pescadores profesionales leoneses, de los grandes pescadores de truchas, y nada parecía doblegar la capacidad regenerativa de los ríos. A finales de los años setenta me inicié de forma casi autodidacta, con algunos consejos de pescadores ribereños del Curueño, en el montaje de moscas ahogadas con plumas de gallo leonés. Fue practicando esta modalidad de pesca cuando comencé a ver en el río a unos extraños personajes, generalmente franceses, que batían sin cesar una ligerísima caña de mosca a modo de látigo, con una única mosca en la punta y que misteriosamente flotaba. Quedé prendado por la belleza y eficacia del procedimiento. Comenzaron pocos años después las primeras publicaciones sobre esta modalidad de pesca, iniciándome entonces en el montaje de moscas secas (es decir "flotantes"). A pesar de las dificultades que encontré al enfrentarme en solitario a esta nueva técnica, poco a poco fui progresando en el lanzado. En unos años, quizás cuatro o cinco, comencé verdaderamente a disfrutar de este arte, y más quizás del ambiente natural que del propio hecho de la pesca. El niño ansioso por capturar para demostrar su destreza dio paso al joven de actitud conservacionista que practicaba, para asombro de muchos el "captura y suelta".Sirvan estas líneas no sólo para dar a conocer este bello arte, sino también para rendir un homenaje a la gente que disfruta silenciosamente del campo y del río, que no precisa demostrar nada pescando, y tan sólo desea seguir viendo retornar truchas a nuestros ríos y temblar de emoción al liberarlos otra vez.
(Enviado por Rufo Pormiego, que comenta que el autor es hijo de Sinforiano. Como siempre.... al tanto de todo).
Sobre la pesca si que hay para hablar........
Al menos no en mi memoria. Y si poca tengo,por algo será!. No me hacen falta los malos recuerdos. En realidad, ni los malos y ni tan siquiera los buenos, por que no vivo de recuerdos. Y si...,contradictoriamente,aquí se ven cosas del pasado, tradiciones, pero solo como mera curiosidad y cosas que sobre todo me resultan simpáticas. Al fin, todo eso pasó, pero..Prefiero el presente y no perder ni un segundo en recuperar pasados o adelantarme a futuros inciertos.